La historia de los sintetizadores Yamaha: del GX al MODX
Desde el CS-80 al Reface, todos están aquí
La gente del mundillo de los sintetizadores suele referirse a «TheBig Three» (o «Los tres grandes») de Japón. Que básicamente son los tres principales de instrumentos musicales electrónicos del mundo: Yamaha, Roland y Korg. Todos ellos tienen una larga y rica historia, especialmente si hablamos de sintetizadores. Así que ¿por qué no dedicarle algunos artículos a estas tres empresas japonesas que han cambiado la industria de los instrumentos electrónicos? Empezando por Yamaha.
La historia de los sintetizadores Yamaha: en este artículo
El fundador Torakusu Yamaha fundó Yamaha Corporation hace más de 130 años, y lo hizo fabricando órganos de caña, aunque no tardaron en añadir pianos a su catálogo. Más de un siglo después, no si un breve giro hacia la fabricación de maquinaria pesada, por cosas de la Segunda Guerra Mundial, ahora es el mayor fabricante de instrumentos musicales del mundo. Y esto, por supuesto, incluye sintetizadores.
La historia de los sintetizadores Yamaha: GX-1
Si bien muchos fabricantes que fueron naciendo con la llegada de los sintetizadores apostaban por fabricar un instrumento relativamente sencillo, para después ampliarlo y expandirlo, como pasó con el Prophet-5, que después derivó por ejemplo en el Prophet-10, a Yamaha le gustaba hacer las cosas al revés. En 1973, con casi 100 años de experiencia ya a sus espaldas y con mucho dinero disponible para I+D, Yamaha optó por entrar en el mercado de sintetizadores con una enorme máquina todo en uno de la que después fueron extrayendo diversas tecnologías para ir refinándolas. Hablo del GX-1, o lo que Stevie Wonder llamó una «máquina de ensueño», la cual debutó en el NAMM de aquel año, para finalmente llegar al mercado en 1975.

Era un imponente sintetizador analógico y polifónico disfrazado de órgano que montaba tres teclados y pedales para bajo y ritmo. Y buena parte de sus tecnologías, como el controlador de ribbon y las tarjetas de voz internas, encontrarían después su lugar en otros sintetizadores Yamaha posteriores como el CS-80. Pero no nos adelantemos tanto en este recorrido por la historia de los sintetizadores de Yamaha.
La historia de los sintetizadores Yamaha: SY-1
El GX-1 (y su primo más pensado para escenarios, el Electone GX-707) eran tremendamente caros en el momento de salir a la venta. Y estaba claro que nunca estuvieron destinados al consumo general. Sin embargo, el SY-1, el primer instrumento de Yamaha que se llamó sintetizador, sí que lo estaba.

El SY-1 llegó salió a la en 1974, convirtiendo a Yamaha en el último de los tres grandes que lanzó un sintetizador analógico monofónico al mercado (tanto Korg como Roland lo habían hecho un año antes). Con tecnología sacada de la sección Solo del GX-1, el SY-1 era un instrumento sencillo de un solo oscilador con controles muy básicos, como el corte y la resonancia del filtro o una envolvente con ataque y sustain. Yamaha amplió la familia en 1975 con el SY-2, que ampliaba la sección de envolvente con un diseño ADSR y agregaba un filtro multimodo algo más sofisticado.
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Más informaciónLa historia de los sintetizadores Yamaha: CS-80
La historia de los sintetizadores Yamaha siguió forjándose en la segunda mitad de la década de los 70, cuando la cosa estaba mucho más centrada en desarrollar sintetizadores analógicos polifónicos. Yamaha ya lo había hecho con el GX-1, así que la compañía aprovechó esa experiencia para adaptar parte de su tecnología y anunciar la familia CS: con un CS-50 de cuatro voces, un CS-60 de ocho voces y un CS-80 también de ocho voces pero con una arquitectura de dos capas.

Y aunque los tres modelos tuvieron lo suyo, el CS-80 de 1977 fue sin duda el zénit del diseño de sintetizadores polifónico. Enorme en sonido y tamaño, tenía dos osciladores por voz, así como un VCF con secciones independientes de paso-bajo y paso-alto. Algo poco habitual en aquella época (e incluso ahora, siendo honestos), e incluso tenía dos capas de sintetizador completas para cada voz, lo que permitía crear sonidos muy gruesos y ricos.
El CS-80 se hizo muy popular por sus capacidades de diseño sonoro, pero por sus posibilidades al tocar, que incluían un controlador ribbon y un teclado increíblemente expresivo con aftertouch polifónico que enamoró al mismísimo Vangelis.
El CS-80 fue todo un triunfo de la ingeniería, pero también era prohibitivamente caro. Y tal y como ya hizo con el GX-1, Yamaha partió de la serie CS inicial y la dividieron en dos nuevas familias de sintetizadores CS que culminaron con el CS-70M.
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Más informaciónLa historia de los sintetizadores Yamaha: DX7
Más o menos al mismo tiempo que Yamaha estaba haciendo prototipos de sintetizadores analógicos polifónicos para el GX1, estaba también ocupada trabajando en una nueva alternativa de síntesis digital. Llamada FM (Modulación de frecuencia), fue licenciada por la Universidad de Stanford. Se trataba de un tipo de síntesis completamente nuevo, una que era capaz de hacer muchos sonidos imposibles en el entrono analógico: percusiones metálicas, sonidos vidriosos y amaderados, y (más sorprendente aún) pianos eléctricos convincentes.

El primer producto de Yamaha que integró síntesis FM fue el GS1. Al igual que el GX1, era un instrumento tremendamente caro que estaba pensado más como un prototipo del que pretendían vender unas pocas unidades, que como un producto comercial, pero con el que sentaron las bases de otro teclado que llegó en 1983: el DX7. Mostrado al público en 1983, fue un éxito rotundo y no solo atrajo a los sintetistas más clásicos, sino también a teclistas de tipo más general. Tal fue su éxito, que Yamaha ordeñó el DX7 todo lo que pudo, lanzando una completa gama de productos DX con diferentes especificaciones y precios.

La historia de los sintetizadores Yamaha: VL1
A finales de los 80, el brillo del FM de Yamaha ya se estaba apagando. De hecho, Roland y Korg ya habían superado a Yamaha como líderes del mercado de sintetizadores digitales, aunque usando muestras PCM en lugar de síntesis FM (Yamaha custodiaba esa patente con mucho cuidado). Y aunque Yamaha finalmente también decidió entrar en el mercado de la síntesis digital basada en muestras, fueron bastante reacios, e incluso cuando se animaron a hacerlo con los modelos SY77 y SY99, combinaron la síntesis PCM con la FM.

Aunque un episodio bastante interesante en la historia de los sintetizadores digitales de Yamaha fue el VL1. Un sintetizador por modelado físico, que utilizaba un motor de síntesis de última generación (de nuevo licenciado por Stanford) para replicar digitalmente el sonido de instrumentos monofónicos de viento y de cuerda frotada. Aunque era un instrumento muy potente, el Yamaha se adelantó demasiado a su tiempo. Además, también era muy difícil de programar y muy caro. Una versión polifónica aún más potente, el VP1, fue finalmente descartada tras haber desarrollado unos pocos prototipos.
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Más informaciónLa historia de los sintetizadores Yamaha: CS1x y AN1x
Eran mediados de los 90, y gracias a la creciente popularidad de la música de baile, todo el mundo quería un sintetizador que sonase analógico. Yamaha, muy inteligentemente, cogió el motor de síntesis basado en muestras del AWM2, lo metió en una elegante caja azul y le añadió unas cuantas perillas para agilizar la edición. Y así nació el CS1x. Lo bueno es que Yamaha lo hizo económico, atrayendo a una parte del mercado que tal vez soñaba con sintetizadores mucho más caros, pero que no podía permitírselos.
Tres años después, el VA había conquistado por completo la música rave, con Roland y Clavia (ahora Nord) dominando un mercado colmado de fanáticos del techno y el trance. Yamaha decidió entonces lanzar su propia apuesta analógica virtual, el AN1x, un sintetizador de modelado analógico que ampliaba los conceptos de síntesis desarrollados años atrás para el VL1 y el VP1. Con su arquitectura bitímbrica, 10 voces de polifonía y un precio relativamente asequible, fue capaz de destacar en un mercado abarrotado.
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Más informaciónLa historia de los sintetizadores Yamaha: workstations
Antes del surgimiento de los DAWs, ya estaban los workstations. Bestias multitímbricas con secuenciador incorporado que permitían a los músicos componer canciones enteras con un solo instrumento. También estaban llenos de sonidos de lo más útiles que podían llevar a sus conciertos, incluyendo a los teclistas que no estaban especialmente interesados en sonidos de sintetizador, sino en sonidos acústicos creíbles que pudiesen tocar en el escenario.

Yamaha lleva fabricando workstations desde finales de los años 80, primero con motores de síntesis FM, y después con motores de síntesis basados en muestras. Durante mucho tiempo, la familia Motif, impulsada por el motor AMW2, dominó. Lanzada en el año 2001, y mantenida con diversas variaciones hasta 2013, fue sustituida por la gama Montage, y después por los MODX y MODX+.
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Más informaciónLa historia de los sintetizadores Yamaha: Reface Series
Si algo destacó en la década de 2010 en el mercado de los sintetizadores que no fuese simplemente fabricar más sintetizadores, fue la miniaturización. Animados por las nuevas tecnologías, ahora era posibles fabricar sintetizadores más pequeños de lo que nunca habían sido. Que esto te parezca algo bueno o malo es cosa tuya, y seguro que dependerá de lo grandes que tengas los dedos.

Yamaha entró de lleno en la lucha en 2015 con la serie Reface, creando versiones en miniatura de tres octavas de algunos de los mayores éxitos de la compañía. Eran el Reface CS, una analógico virtual llamado a revivir parte de la gloria de la familia CS, pero que en realidad se parecía más al AN1x; el Reface DX, un sintetizador FM de cuatro operadores con algunas opciones de síntesis adicionales; el Reface YC, un emulador de órganos; y el Reface CP, que hacía lo propio, pero con pianos eléctricos. Aunque están considerado buenos sintetizadores Yamaha con un gran sonido, la elección de las miniteclas en lugar de teclas de tamaño completo polarizó el mercado.
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